RSS

INGENIO

Querido diario,
Hoy hablé seriamente con mi cerebro por los problemas en los que me ha metido hasta ahora. Aparentemente me ha llevado a perder las oportunidades más inmediatas y, según yo, me ha mantenido vivo en estos años.
Aunque, si somos sinceros, esto que vivo es una pequeña parte del grandioso paisaje que veo en mis sueños. Mi mente se las ha visto difícil para mantenerme en la realidad cuando mis sueños son mucho más paradisíacos…
Este fragmento de un diario real compartido por un adolescente nos hace pensar un poco… ¡Basta! ¡Deje de hacerlo!
¿Cuántas veces ha hecho caso a lo que llamamos una “corazonada”? Ese no es su cerebro comunicándose. Es su organismo, su cuerpo, la parte más antigua del ser que hace las cosas de la mejor manera, de forma que sobrevivamos. El cerebro, la mente, el raciocinio es producto de nuestras experiencias.
El impulso, la corazonada, la intuición son señales claras de quien nos conoce mejor: el cuerpo. Pruebe esto:
Intente taparse la boca con las dos manos y de la señal a su cerebro de suicidarse… ¿Sigue leyendo? Eso quiere decir que su cuerpo acaba de ganarle a la mente.
Los niños son mejores receptores de las señales que nos envía el organismo. Son capaces de llorar cuando quieren llamar nuestra atención pero pueden dejar de hacerlo inmediatamente si el dolor no es real. Trate de hacerlos callar, llorarán más. Prémielos y el dolor desaparecerá. Era pantalla. No era físico. Era la mente. El cuerpo jamás provocaría una deshidratación tan intensa como es el llanto. Es muy sabio ese cuerpecito curvilíneo que lo ha acompañado hasta ahora.
Es momento de utilizar el ingenio para sacar partido de este poderoso aliado. El cuerpo nos mantendrá existiendo mientras nosotros no lo enfrentemos contra la mente.
Si la mente le da gusto al cigarro o a hacer dietas, el cuerpo le puede decir con certeza que una de esas cosas lo hace toser y la otra le provoca escalofríos. Si escucha con atención el cuerpo le mostrará cuando ya no tiene apetito y qué alimentos lo sacian en lugar de llenarlo. Es innecesaria una dieta si ponemos atención al delicado balance que el cuerpo trata de mantener.
La mente nos indica “¡Uff! Parezco un cerdito con todo lo que me empaco”, el cuerpo dice “sácame a caminar, levántame temprano, hagamos juegos y deportes, comamos delicioso… No, ¡qué es eso! ¡No! ¡¿No me gusta tanto dulce, qué haces?!”
La mente insiste: “Endulza el paladar. Sólo comeré un poquito”. El cuerpo murmura, enfurruñado “¡Quiero fruta! Quiero correr por el parque y ganarle en una carrera a esa perro” La mente doblega “¡Shhh! No me dejas teclear en la compu”. El cuerpo se desparrama ocioso en la silla, con la columna como un signo de interrogación nostálgico “me arden los ojos, siento calambres en los dedos. Quiero estirar los pies”.
No captamos su mensaje. Traemos los oídos tapados con audífonos del Ipod y el cerebro canta, mientras el cuerpo siente un palpitar en la sien como si un intruso se hubiera metido en la cavidad auditiva para armar barullo.
Hasta que un día, estirará la pata porque se dio por vencido. Si pudiera el cuerpo leer un discurso frente a nuestra tumba, mencionaría “Fuiste interesante compañero en esta vida. Podíamos haber durado para siempre pero tú te cansaste y yo ya no te quise cargar”.
Pero el cuerpo no puede dar este apenado discurso. Es la mente quien domina las palabras. Es el cuerpo el que se queda tirado tres metros bajo tierra… Lamentando terriblemente habernos fallado, sin embargo, hizo lo mejor posible con las herramientas que pusimos a su disposición.
Si en vez de reaccionar por las experiencias que hemos vivido, calláramos y reconociéramos cada dolorcito, hormiguitas en la panza y mariposas en el estómago, querido lector, estaría prestando atención al impulso. La acción que nos va a guiar hacia lo que mejor resulta, si le damos oportunidad de demostrarlo.
En cuanto reconozca el impulso se las ingeniará para que sus niños no dejen de prestarles importancia. No deje que crean que nosotros sabemos más porque nacimos primero.



ACTIVIDADES DE CREACIÓN

En el artículo anterior compartimos actividades que entrenaran a sus hijos en usar el poder de decidir y el de actuar. Ahora exploremos las posibilidades del:

PODER DE INTERPRETAR
Hay un diccionario amplio en su cuerpo. Cada cosa significa algo muy trascendente. Un parpadeo es lubricación del globo ocular. Una punzada en la espalda es indicio de mal postura.


Louis Hay comenta la posibilidad de que todas las enfermedades sean declaraciones más contundentes que nuestro cuerpo nos muestra para que recapacitemos sobre aquello en lo que enfocamos la mente.
La influenza es el resultado físico de una negatividad masiva que nuestra mente aceptó como verdad.
Los dolores menstruales son la expresión corporal de la renuencia que nuestra mente tiene a quererse como una mujer plena.
El cáncer es la alerta que el organismo nos da para cuando la mente dirige rencor a situaciones que nos afectaron en el pasado.
Si todo esto fuera verdad, yo le pregunto ¿Qué poder tendría para estar siempre sano?
El poder sería suyo y no de su seguro médico… ¿le parece?
Si fuera su única responsabilidad el mantener un cuerpo sano mediante una mente sana, ¿qué tipo de pensamientos cultivaría y mantendría constantemente en el cerebro?

PODER DE CAMBIAR
Juegue con sus hijos un juego que les de el poder de reinterpretar las situaciones ocurridas y con ello cambiar los resultados. Cuando el ánimo sea tristón o molesto, hágales decir con una sonrisa y un tremendo brinco, alzando los brazos al aire: “¡Qué fácil es encontrar razones para reír!”
Si les duele el estomaguito, sáquelos a mirar el cielo azul con las nubes y con la cabeza volteando a lo alto grite con ellos “¡Qué deliciosa comida me dan cada día!”
Si le parece tonto, haga cuentas de los jarabes, pastillas, consultas médicas del último año… ¿Ya lo tiene? Ahora saque esa información de su memoria y diga con una enorme sonrisa y el dedo índice sobre la sien “¡Mantener la salud de mi familia es TAN fácil!”

¿TE LEO ESTE CUENTO?


Esta narración nació hace unos segundos con las tres palabras que algunos colegas que gustan de escribir propusieron para que cada cual compusiese un relato. Éstas son AUDITOR, INDIGENTE SORDO y CAMPANARIO.
Veamos qué ocurre…
“Se desmoronó la orilla del campanario y por poco precipito mi desenlace.
Si un colega auditara mi vida en este momento estaría de acuerdo en esta declaración de bancarrota.
En la otra orilla, un personaje miserable, un indigente, balanceaba los pies al vacío.
-Otro –suspiré, adolorido-. Tiene más razones para arrojarse desde este campanario. ¡Caray!
La campana sonó ocho veces y él sonrió, extasiado, con los brazos extendido al cielo.
Volteó y por poco pierde el equilibrio de la impresión abrupta que le dio verme.
Lo comprendí al instante. Era sordo y estaba ahí para sentir el bronce retumbando.
Bajé del campanario. ¡Fiu! Otra vez los pies en la tierra.
Si alguien con más razones para quitarse la vida halla razón para sonreír, mi propia vida amerita una revisión”.

Publicado en marzo de 2010
Puericultura en Suplemento Dominical
El Sol de Morelia

0 comentarios:

Publicar un comentario