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SU CEREBRO


Lo importante es no dejar de interrogarse. La curiosidad tiene su propia razón de existir. Uno no puede evitar sentirse pasmado cuando se contemplan los misterios de la eternidad, de la vida, de la maravillosa estructura de la realidad. Es suficiente con que uno trate de aprender un poco de ese misterio cada día. Nunca pierda una santa curiosidad.
Albert Einstein

Imagine a su cerebro. Sería una oficina de gobierno? Una casa? Un espacio vacío como un pizarrón en blanco sobre el cual escribir? O una cascada fluyente?
Tenga la imagen fija en su mente. Elija el escenario antes de leer más adelante.
Tú preguntas y tu cerebro, tu genio, busca en tus archivos.
Si preguntas ¿Por Qué? tu Genio busca en los archivos del pasado.
Preguntas ¿Para Qué?, redactará nuevos documentos para darte respuesta.
Si te cuestionas ¿Cómo Puedo Hacer Esto?, combinará archivos para proporcionar una herramienta.
¿Puedo hacerlo? Y algo desastroso pasará, buscará y buscará documentos viejos de experiencias pasadas. Y seguramente hallará momentos que ya superaste o fracasaste. Es decir, estará guiando tus actos a actuar de la misma manera que antes.
En mi opinión, un genio es para crear. Para qué usar tu cerebro como un reproductor de viejas cintas o una computadora programada para determinadas tareas.
El cerebro equivale a mecanismos que ocuparían dos veces la Torre Latinoamericana, ¿por qué tratarla como paquetería básica de Office?
Es bastante común hallar niños que a su corta edad ya creen que son incapaces de hacer cosas como hablar en público, completar tareas, resolver situaciones, enfrentar retos. ¿De dónde sacaron la absurda idea de no ser suficiente para vivir su propia vida?
Si atisbamos en el genio que gobierna su cerebro, nos daremos cuenta que los archivos en los que busca para responder preguntas sobre su capacidad para actuar en las circunstancias que se presentan, no hay un gran archivero de Experiencias Pasadas. El genio confundido de su niño busca en los documentos de Lo Que Me Han Dicho.
Imagine si su niño se pregunta:
¿Debo pedir ayuda? El genio busca y encuentra “Papá suele decir: Déjame, yo puedo”.
¿Sacaré 10? El genio encuentra “La maestra mencionó que no tengo remedio”.
¿Me gusta leer? El genio no encuentra ninguna imagen de algún adulto divirtiéndose con esta actividad.
¿Debo mentir? El genio encuentra dos archivos “Mamá dice No Mientas”, “Mamá dice Dile que No Estoy”.
El genio se rasca la cabeza y genera un tercer tipo de documento “Mentir te saca de problemas y molestias”.
¿Soy capaz de hacer mi tarea solo? El genio hojea documentos del pasado que dicen “mamá tiene que vestirte, limpiarte. Tu hermano mayor tiene que recoger tus cosas. Papá dice que torpeza de mi parte, tiro la leche cuando intento servírmela, saco 8 excepto cuando mamá hace letra bonita cuando ya se quiere ir a dormir y yo no he terminado de hacer tarea”.
Si se pregunta ¿de dónde saca mi hijo esas actitudes? Su genio buscará la respuesta en muchos archiveros pero si usted se pregunta ¿Cómo puedo ayudar a que mi hijo tenga actitudes de excelencia y autonomía? Su genio tomará un lápiz y un papel y diseñará un futuro y las estrategias para lograrlo. Tendrá que probar muchas antes de encontrar la exitosa pero le tomará el mismo desgaste de energía que preguntarse ¿por qué yo? ¿por qué a mi? ¿por qué no puedes ser como tu hermano?
La clave está en tener muy claro el tipo de genio que habita en nuestro cerebro y en ese instante, usted se habrá convertido en el maestro de sus emociones, el pintor de su vida el Sumo Creador de su Realidad.
¿Hace falta preguntarse si esto es una buena idea? Puede hacerlo si quiere. Pero le tomará energía valiosísima que podría aplicar en llevarlo a la práctica.



ACTIVIDADES DE CREACIÓN
CUANDO EL PADRE TIENE UN HIJO CON UN SANTO ESPÍRITU



Cuando decimos que un niño es hiperactivo, lo que en realidad queremos decir es que hace más que el niño común. ¡Bah! ¡Cómo si eso fuera malo! Si su niño lo tiene con el Jesús en la boca porque tiene un espíritu que le pone los pelos de punta, ponga el ejemplo de lo que quiere ver en ellos.
Deje que los niños se acerquen a usted por sus actos y no por sus palabras.
Recuerde que usted es el creador de su realidad. Nadie más que usted tiene la culpa o la responsabilidad de lo que pasa.
Por ello hay gente con su misma habilidad, grado de estudios, nivel socioeconómico con más éxito o menos éxito. No son las circunstancias sino lo que usted hace con ellas.
Para que su hijo sea creador absoluto de una realidad mejor usted tiene que darle poder.
PODER DE DECIDIR, busque uno de esos libros en donde se puede elegir la aventura. Que la historia se va narrando y hay opciones para ir a la página tal o la página cual según lo que se elija para el personaje. Si no puede hallar libros de esta índole, escríbanos y con gusto le diseñaremos una narración para que la imprima y su niño pueda tener una herramienta que le cultivará el poder de decidir lo que quiere de su vida.
PODER DE ACTUAR Cada vez que su hijo tenga una idea, no la califique ni desacredite o ponga en duda. Simplemente pregunte ¿Y cómo le vas a hacer? Promueva que sus hijos hablen en presente con verbos que impliquen actuar.
“¿Ma, te imaginas que pudiéramos volar?”
“¿Y cómo le vas a hacer?”
¿Se da cuenta del poder de creación que le está dando?
¿Para qué decirle que el hombre ya vuela con Gravedad Cero en el espacio, o por medio de aviones, aeroplanos, deltas…? ¿Qué diferencia haría en la vida de su hijo –o en la suya- el pensar cómo hacer que todo sea posible, en vez de creer que tenemos que esperar a que otro invente cómo?


¿TE LEO ESTE CUENTO?



Era un duendecillo color naranja con una barba pelirroja como la cola de una ardilla inglesa. ¡Qué descripción tan precisa del duende Chimpuli! Pero ahora verás por qué es importante dar tanto detalle. Resulta que todos en el bosque eran gente pequeña con barbitas canosas y blanquecinas, trajes azules con sombreros de punta rojos.
Sus pequeños ojitos no les impidieron ver algo raro en Chimpuli y más cuando se jactaba de su extravagante apariencia descolgándose de las hojas de los árboles para caer en la grupa de los caballos que cruzaba el bosque, a riesgo de ser visto por los que cabalgaban en vacaciones con la familia.
Chimpuli era un duende ordinario. Concedía los mismos tesoros si le robaban su sombrero color púrpura mangostán y además de ello, se ponía igual de furioso si un humano trataba de tomarle el pelo con deseos engañosos. Pero su apariencia hacía creer que era un duende fuera de serie.
En cierta ocasión, reflejándose en el lago helado del invierno, un niño con los patines al hombro lo vio y corrió para quitarle el sombrero. Chimpuli anticipó su intención y le jugó una mala broma. Al último momento, se quitó de en medio y el muchachito resbaló, cayendo de bruces en el hielo duro y traicionero.
Se resquebrajó por el impacto y Chimpuli notó que el niño peligraba. De un salto, lo tomó del talón y forcejeó para sacarlo de ahí. Era pesadísimo y el duendecillo jaloneaba sin hacer grandes avances.
Pronto el chicuelo recuperó el aire y se incorporó con mucho cuidado. Volteó hacia el duende y dijo- Por tu apariencia, sabía que no serías tan cruel como las otras criaturas del bosque que nos desean mal a los humanos.
Chimpuli se quitó el sombrero para rascarse la cabeza, pensativo. En realidad no había pensado en ser diferente, sólo resultó así y ya.
El niño recogió el sombrero y se lo colocó a nuestro duendecillo de vuelta en la cabeza y se alejó sin pedir un solo deseo, a diferencia del humano común.
Si te ves distinto, te tratan distinto y terminas siendo distinto. Las aventuras y la gente más extra ordinarias empiezan por algo que en apariencia es diferente.
Publicado en marzo de 2010
Puericultura en Suplemento Domincal
El Sol de Morelia

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