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Cierre la Boca

¿Ha hablado con tantos rodeos que hubiera sido mejor cerrar la boca? ¿Ha corregido a alguien sin terminar de escuchar la idea que quería expresar? ¿Ha mandado a callar a algún niño y después no encuentra manera de hacerlo hablar en público?
¡Noticias! Usted tiene el poder de remediar todos esos casos aquí y ahora. Se trata sólo de pensar en cómo habla con la misma dedicación con la que piensa qué decir.
Se ha encontrado quizá en la situación en la que alguien más sabe expresar mejor lo que usted trataba de decir, ¿cierto? ¿De dónde nace la elocuencia de unos que nos falta a otros?
Entre las virtudes que podemos dejar a los niños, no son los conocimientos ciéntificos. Ellos se acercarán solitos si la curiosidad los llama. No son los grandes refranes de la Abuela Inmortal de la familia. Aquellos pensamientos gastados por el uso puede llegar a salir bastante caros si se creen al 100 por ciento.
Lo que podemos hacer por nuestros niños en un mundo donde la tecnología pone a su disposición el conocimiento a la velocidad de un clic, es proporcionarles herramientas para discernir ese conocimiento.
Si se empeña en enseñarle toda su infancia que 2 x 2 = 4 y mañana la nueva ciencia anunciara que 2 x 2 = 6 - 2 habría estado gastando años cruciales en la vida de su pequeño para vaciarle un contenido obsoleto; éste cambia conforme la ciencia y la cultura se mueven. ¡Cómo seguirles el paso!
En cambio, si se esfuerza de la misma manera para que sea ávido lector y elocuente conversador... ¿Qué pasaría? No importa cuánto avanzara la civilización, su hijo seguiría siendo un voraz lector y un hábil comunicador. ¡Qué diferencia! Podría, ahora sí, leer sobre LO QUE QUISIERA y permanecer al día con eso que llamamos corriente científica (por la velocidad a la que fluye dejando atrás al que memorizó de primero a sexto grado que 2 x 2 = 4) y preguntar, conversar y argumentar para sacar sus propias conclusiones sobre las circunstancias culturales.
¿Qué pensaría de proveerlo de las mejores herramientas? A buen entendedor, pocas palabras le bastan... dice la Abuelita Inmoral de mi familia. No son las palabras que yo le digo sobre ello, sino los pensamientos que usted interpreta de leerme. Así funciona el cerebro. Yo puedo secarme los sesos buscando qué decirle por este medio y, usted lo interpretará a partir de las referencias que tiene y de cómo se lo transmito. Una vez más, no es el contenido lo que cautiva al interlocutor sino la forma.
Sería sensacional que le ahorrara noches en vela a su niño cuando se tope con no saber cómo explicar algo o de tener que ponerse al tanto de los avances de la carrera que elija, tan sólo ocupándose de que aprenda el arte de la elocuencia y sea fanático de la lectura. De todos los vicios, hablar bien y leer mucho son, creo yo, los que menos efectos dañinos han descubierto los investigadores (¿Se conoce a caso alguno?)
Le comparto algunas palabras que ejemplifiquen el valor de escuchar más y hablar menos y, si va a hablar, que sea tras haber leído con cuidado y expresarlo de manera que la mayoría comprenda. Estas frases son de algunos personajes ilustres y otros no menos importantes pero alejados de la fama; gente como usted y como yo... ¡Disfrute leyéndoselas a la familia (sí, la Abuela Inmortal también puede escuchar sin intervenir)!
No rompas el silencio, si no tienes que decir algo interesante.
Anna Maria
Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para escuchar más y hablar menos.
Zenon de Citión
Las palabras elegantes no son sinceras; las palabras sinceras no son elegantes.
Lao Tsé
El único medio de salir ganando de una discusión es evitarla.
Dale Carnegie
Una palabra hiere más profundamente que una espada.
Richard Burton
Más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo.
Miguel de Cervantes Saavedra
A medida que avanza una discusión, retrocede la verdad.
Anónimo
Nadie se acordaría hoy del buen samaritano si además de buenas intenciones no hubiera tenido dinero.
Margaret Thatcher
Habla en voz baja, habla despacio y no digas demasiado.
John Wayne
Nada es veneno, y todo es veneno; la diferencia está en la dosis.
Theophrastus Bompart



EN BOCA CERRADA
NO CABE LA MENOR DUDA


Esa actividad es de pocas palabras para mi pero mucha acción para usted y la familia. Requiere hacer un poco de memoria o estudio de campo con alguien versado en refranes.
Seguro recuerda ese ejercicio de alternar el final de los refranes que el personaje del Chapulín Colorado desplegaba con rimbombancia en su programa. Este juego se basa en algo similar pero con una finalidad distinta. Se trata de ir más allá de la memoria y tergiversar el contenido de los refranes. Está demostrado que aquello que distorsionamos hasta ridiculizar deja de causarnos miedo o daño. Y algunos refranes pueden ser sumamente peligrosos si se toman en dosis muy regulares y serias.
Creemos que la sabiduría popular es a prueba del paso del tiempo pero corremos el riesgo de propagar ideas ajenas que las nuevas generaciones pondrán en duda por lo poco prácticos para leer al pie de la letra.
Necesita una cantidad interesante de refranes para comenzar y empiece a compartirlas con el niño con el que esté compartiendo esta actividad. Después de ello, rételo a hacer una ensalada loca de palabras viejas. Si son niños pequeñitos, sólo intercale los finales de dos en dos. Si hablamos de niños de mente aguda, pruebe revolver más el sentido de los refranes.
NIVEL CHAPOTEADERO
El que nace para maceta... Dios lo ayuda.
Quien madruga... del corredor no pasa.
Árbol que crece torcido...agua lleva.
Si el rio suena... nunca su tronco endereza.
NIVEL CASI SIN TOCAR FONDO
De tal palo...a aullar se enseña.
El que entre lobos anda...amanece más temprano.
Camarón que se duerme...con el diablo se desquita.
El que en pan piensa...pon las tuyas a remojar.
NIVEL ¡AGUAS CON LA OLA!
¡Ahora trate de buscar situaciones donde esos refranes serán válidos!
Si es un nivel muy avanzado pero puede comprarles más videojuegos o proponerles actividades como éstas. Lo primero es más fácil. Lo segundo hará un impacto significativo en su vida. ¿Qué tipo de familia QUIERE?

¿TE LEO ESTE CUENTO?

Mi abuelo fue un refrán y mi abuela un proverbio chino. Se mudaron a la ciudad para alejarse de las reglas que sus padres les habían puesto; algunas muy estrictas ¡y cómo no serlo! Mi bisabuelo fue leyenda y mi bisabuela un cuento chino.
Cuando vivieron en la ciudad se encontraron con que había muchas cosas por cambiar pero no sucedían... la gente tenía su propia forma de ver la vida. En esas circunstancias tuvieron a mi madre, una anécdota.
Habían de ver qué hermosa era mi madre como el recuerdo de la infancia y el gusto por contar las cosas. Una anécdota preciosa que sonaba siempre diferente aunque, en esencia, conservaba la misma situación interesante que se narraba con tranquilidad una tarde sin televisión.
¿Mi papá? Un chiste. Uno bien contado, eso sí. Pero a final de cuentas, un chiste. Ni colorado ni blanco. Un chiste de esos de pensarle. Agudo, de humor negro, lleno de sarcasmo y con un giro inesperado al final. Un buen chiste, mi padre, para después de la comida.
Con semejante pasado cualquiera pensaría que yo tenía fácil el camino a elegir pero por más que había una vez y érase hace mucho tiempo... no encontraba qué ser yo.
Me preguntaban pero yo sólo me encogía de hombros y hablaba de las moralejas tan atinadas de mi tatarabuelo, una antigua fábula o lo coquetas de mis tías los versos pero yo... sólo era yo.
Y así me quedé. Un pronombre personal. Yo. Para la gente con imaginación eso es más que suficiente porque a algo tan sencillo como Yo sólo queda agregarle la frase más creativa que puedas concebir. ¿Se te ocurre alguna? Así de inspirador soy. Yo y punto. Soy un buen principio y un buen fin, ¿no crees? Yo soy el que soy.

El Sol de Morelia, Puericultura
domigo 25 de abril

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