
Corre al encuentro de tus miedos. ¡Abrázalos! Del otro lado de tus miedos más grandes se encuentra la vida más grandiosa.
Robin Sharma
Si puede enumerar algo real a lo que le tenga miedo, será mi ejemplo.
Algo real... Piense. ¡Lo desafío! ¿Listo?
Ahhh, no cuenta algo que no haya experimentado, porque AÚN no es real. Entonces no es miedo sino falta de información.
No cuenta algo relacionado con lo que los demás piensan y hacen porque no puede REALMENTE estar en los zapatos de otro. Entonces no es miedo, es conjeturar y asumir.
No cuenta algo que sufrió en el pasado, porque usted no es el MISMO y si volviera a pasar, con seguridad, tendría una respuesta DISTINTA. Entonces no es miedo, es estancamiento o necedad.
Vuelvo a retarlo. ¿Queda algo real a lo que le tenga miedo? Seguro el miedo que siente es muy real. De hecho, puede experimentarlo físicamente. ¿Dónde se localiza el miedo? ¿Se parece al vacío en el estómago, mariposas? ¿Sudor frío? ¿Manos temblorosas? ¿Vista nublada?
Sí. El miedo se siente muy real. Tan real como el Coco para los niños. Esa sensanción de no saber qué va a pasar.
¿Le da miedo ver películas? No. ¡Pero si tampoco sabe lo que va a pasar!
Me parece que tenemos miedo a lo desconocido pero sólo a ciertos tipos de sucesos desconocidos. Ha visto niños que juegan con ratas, arañas y serpientes seguramente. Al menos en otras culturas de otros países. Seguro esos niños le tienen mucho miedo al rugir cíclico de la secadora de ropa. Fenómeno desconocido como para nosotros que la tarántula no es venenosa en realidad.
Le tememos a lo que se escapa a nuestra limitada lista de COMODIDAD.
Todo empieza por el Coco. Nadie sabe cómo es el famoso Coco, lo que sabes es que te llevará si te portas mal.
¿A dónde te lleva? ¿Por qué deberíamos temer a lo que nos aleje de casa, de la familia, de lo conocido... si podría acercarnos a viajar, a nuevos amigos y a situaciones novedosas para aprender y descubrir?
Realmente hemos hecho del miedo un personaje aterrador. No tiene garras, o voz de ultratumba. En realidad tiene su mismo rostro y se asoma receloso cuando se mira en el espejo. También le habla de tú a tú, dentro de su cabeza y ¡es más! en un tono tan confiable que usted termina por darle la razón ¡y las gracias!
Piense en situaciones en las que pasar por alto el miedo le llevó al éxito. Su primer parto... Su primer trabajo... Su primer amor... ¿Dolió? Tal vez pero ¡qué gratificantes resultados!
Si le dijera que la única manera de ser feliz es mirar en la cara del miedo y decirle "Ya te escuché pero de cualquier forma haré esto que me parece", ¿cómo cambiaría su actiud? ¿Y cómo influenciaría el tipo de hijos que estaría formando?
Es un buen momento para tirar por la borda la histora del Coco. Busque otra manera de inspirarles al buen comportamiento porque el Coco no se esfuma cuando crecen, se queda ahí, en un rinconcito junto a la conciencia haciendo de nosotros adultos serios, formales que sacrifican la GRAN LIBERTAD por una falsa idea de seguridad responsable.
¿Quiere comentarme al respecto? ¡Lo reto a que me escriba!
Algo real... Piense. ¡Lo desafío! ¿Listo?
Ahhh, no cuenta algo que no haya experimentado, porque AÚN no es real. Entonces no es miedo sino falta de información.
No cuenta algo relacionado con lo que los demás piensan y hacen porque no puede REALMENTE estar en los zapatos de otro. Entonces no es miedo, es conjeturar y asumir.
No cuenta algo que sufrió en el pasado, porque usted no es el MISMO y si volviera a pasar, con seguridad, tendría una respuesta DISTINTA. Entonces no es miedo, es estancamiento o necedad.
Vuelvo a retarlo. ¿Queda algo real a lo que le tenga miedo? Seguro el miedo que siente es muy real. De hecho, puede experimentarlo físicamente. ¿Dónde se localiza el miedo? ¿Se parece al vacío en el estómago, mariposas? ¿Sudor frío? ¿Manos temblorosas? ¿Vista nublada?
Sí. El miedo se siente muy real. Tan real como el Coco para los niños. Esa sensanción de no saber qué va a pasar.
¿Le da miedo ver películas? No. ¡Pero si tampoco sabe lo que va a pasar!
Me parece que tenemos miedo a lo desconocido pero sólo a ciertos tipos de sucesos desconocidos. Ha visto niños que juegan con ratas, arañas y serpientes seguramente. Al menos en otras culturas de otros países. Seguro esos niños le tienen mucho miedo al rugir cíclico de la secadora de ropa. Fenómeno desconocido como para nosotros que la tarántula no es venenosa en realidad.
Le tememos a lo que se escapa a nuestra limitada lista de COMODIDAD.
Todo empieza por el Coco. Nadie sabe cómo es el famoso Coco, lo que sabes es que te llevará si te portas mal.
¿A dónde te lleva? ¿Por qué deberíamos temer a lo que nos aleje de casa, de la familia, de lo conocido... si podría acercarnos a viajar, a nuevos amigos y a situaciones novedosas para aprender y descubrir?
Realmente hemos hecho del miedo un personaje aterrador. No tiene garras, o voz de ultratumba. En realidad tiene su mismo rostro y se asoma receloso cuando se mira en el espejo. También le habla de tú a tú, dentro de su cabeza y ¡es más! en un tono tan confiable que usted termina por darle la razón ¡y las gracias!
Piense en situaciones en las que pasar por alto el miedo le llevó al éxito. Su primer parto... Su primer trabajo... Su primer amor... ¿Dolió? Tal vez pero ¡qué gratificantes resultados!
Si le dijera que la única manera de ser feliz es mirar en la cara del miedo y decirle "Ya te escuché pero de cualquier forma haré esto que me parece", ¿cómo cambiaría su actiud? ¿Y cómo influenciaría el tipo de hijos que estaría formando?
Es un buen momento para tirar por la borda la histora del Coco. Busque otra manera de inspirarles al buen comportamiento porque el Coco no se esfuma cuando crecen, se queda ahí, en un rinconcito junto a la conciencia haciendo de nosotros adultos serios, formales que sacrifican la GRAN LIBERTAD por una falsa idea de seguridad responsable.
¿Quiere comentarme al respecto? ¡Lo reto a que me escriba!
¿QUIÉN DIJO MIEDO?
Su nene en casa ¿a qué le teme? Si ya lo sabe, tiene un punto por ser un padre informado. ¿Cómo cambiar su relación con ese miedo?
¿Hablarlo? Tiene usted otro punto por saber que la información libera del miedo. Pero he aquí el meollo de superar un miedo. La clave está en la palabra SUPERAR, es decir, ser más GRANDE que el miedo.
¿Cómo enfrentarlo?
Hay dos formas. Enfrentarlo con el riesgo de que el miedo no se supere sino que nos traumatice... o asociar emociones superiores al miedo.
¿Qué es más grande que el miedo? La alegría, el orgullo, la paz.
Pruebe esto como un juego.
Tome el miedo de su hijo y cuéntele toda la alegría, orgullo y paz que experimentará al otro lado del miedo. No lo que usted sentirá; describa las delicias y la diversión que hay en jugar en la oscuridad, ir solo a algún lugar, hablar en público, expresar su opinión.
Conviértase en el mejor cuenta cuentos, narrando la increíble aventura que se encuentra allende al mar de las preocupaciones.
ESCUCHA CON ATENCIÓN...
Este cuentito medio miedoso no quiere ser contado... Te juro que estoy tratando de colocarlo en su lugar. Ya lo invité a salir con su Érase una vez correspondiente pero simplemente se niega. ¡Qué cara me pone! Tiene un miedo de ser contado.
¡Imagínate mi sorpresa cuando supe que había que convencer a un cuento para hacer lo que se supone que hace!
Le hablé por las buenas "cuentico, cuentico, mira que la gente te espera. Mira cómo los otros no tienen miedo. ¿Tú vez a La Odisea pidiendo a Zeus que nadie se acuerde de ella?"
Lo amenacé cuando me sacó de quicio "¡A ver, de una vez por todas cuento si sales! De lo contrario te voy a ignorar, ehhh"
Lo soborné "Si te dejas contar te voy a poner hadas y magia al principio y al fin".
Y entonces, harta, se me ocurrió hacer lo que un niño chiquito cuando nos saca un cuentote con una sola pregunta "¿Por qué tienes miedo?"
"¡Y si me acabo!", sollozó.
Me causó tanta ternura. No le iba a mentir. ¡Claro que se acabaría! Pero sabes qué cuentito, cuando acabes te sentirás único y todos querrán recordarte porque los hiciste sentir algo que ningún otro cuento... Y diciendo eso, te conté un cuento.
Este cuentito medio miedoso no quiere ser contado... Te juro que estoy tratando de colocarlo en su lugar. Ya lo invité a salir con su Érase una vez correspondiente pero simplemente se niega. ¡Qué cara me pone! Tiene un miedo de ser contado.
¡Imagínate mi sorpresa cuando supe que había que convencer a un cuento para hacer lo que se supone que hace!
Le hablé por las buenas "cuentico, cuentico, mira que la gente te espera. Mira cómo los otros no tienen miedo. ¿Tú vez a La Odisea pidiendo a Zeus que nadie se acuerde de ella?"
Lo amenacé cuando me sacó de quicio "¡A ver, de una vez por todas cuento si sales! De lo contrario te voy a ignorar, ehhh"
Lo soborné "Si te dejas contar te voy a poner hadas y magia al principio y al fin".
Y entonces, harta, se me ocurrió hacer lo que un niño chiquito cuando nos saca un cuentote con una sola pregunta "¿Por qué tienes miedo?"
"¡Y si me acabo!", sollozó.
Me causó tanta ternura. No le iba a mentir. ¡Claro que se acabaría! Pero sabes qué cuentito, cuando acabes te sentirás único y todos querrán recordarte porque los hiciste sentir algo que ningún otro cuento... Y diciendo eso, te conté un cuento.
publicado en El Sol de Morelia,
sección Puericultura
mayo 2010
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